noviembre 08, 2006

Moldeados al ritmo necesario

Me encontré moviendo mi cuerpo al ritmo macabro de la diversión certera.
Música fuerte, calor de verano.
El alcohol recorría la fiesta acompañando los humos prohibidos.
Todos bailamos ya sin reconocer la canción que corre, el sonido se mezcla con el humo, los fluidos, los gritos.
Bailamos al ritmo de la diversión que en verdad, ¿existe?
Todo encaja perfecto en el estereotipo de fiesta, de cuerpo popular, de grotesco.
Cuanto hay de real y cuanto de pertenecía?
Cuantos son felices y cuantos simulan o intentan serlo al compás de los ritmos establecidos.
Quizás ser alternativo es más de lo mismo, otra moda que se opone a las modas tradicionales.
El instinto más profundo, mas bajo, más bizarro…
Y ellas están tiradas, repletos de alcohol sus poros revolucionarios, bajo los tiernos efectos de la mariguana ríen incansablemente de vaya a saber uno que.
Algunos conservan la postura, yo la conservo.
Quizás me cuestiono, quizás se cuestionan: ¿Vale guardarla hoy? Día en que hasta lo más oculto tiene espacio para brotar.
Quizás tanto guardo que ya no se que largar cuando se acaba la prohibición.
Quizás la prohibición no se libera y es todo una gran fachada que combate a la fachada original.
Otra vez, los cuerpos, la música, ya no importa si es reggue, cumbia o rock and roll.
Todos obligados a ser felices porque es tiempo. Porque finalmente el mundo es para quienes sonríen y no para los infelices que lloran.
¿Que lloran? Quizás llegaron más alto y vieron cosas realmente prohibidas de ver.
El retorno no es gratuito, siempre verán sin ese velo mundano que al romper la prohibición les fue quitado morbosamente.
Ya no pueden ser felices y lloran a diario pidiendo ser más imbéciles,
Por ser más imbéciles pero felices.
Mientras unos bailan, otros lloran
Alcohol, transpiración y ritmo.
Ya amaneció y mañana todos volverán a vestir su gran careta,
Que confuso, porque ya de tanto usarla, sus caras tomaron la forma de la misma.
Ya no es necesaria la careta porque ya todos están moldeados al ritmo necesario.
Realmente todo, o simplemente un cuento.
Que etiqueta tan macabra que es tan evidente pero nadie puede verla.

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