julio 28, 2007

Verde

12:15hs llego al Parque Rivadavia, parece increíble la vida en este horario, tan increíble como las cosas que parezco no vivir frecuentemente.
Sol y frió, rara y agradable conjunción. El sol del mediodía, en la calle, cuanto hace… Termina el tema de Fil en mi mp3 y lo apago para escuchar el próximo tema.
Busco un banco al sol, decido sentarme en el pasto, placer. De espaldas a Rivadavia mirando el parque, sus ritmos, sus voces. De espalda.
Escribo en verde: leo en blanco y negro, resalto amarillo, segunda lectura subrayo en rojo. Y basta: escribo en verde aunque sea esta vez, de la Pilot que me encontré hace muchos años a la salida de un viejo trabajo. Hoy estaría altamente valuada en el mundo de las librerías, pero yo me la encontré.
Mary no llega, por ahora mejor. El sol me pega en la espalda. Ya desenrosque la bufanda y en un rato quizás vuela la campera, por ahora me place el calorcito.
- Rubia, fuego?
Saco mis fósforos… y si, tengo fósforos, porque los encendedores los pierdo siempre y parece que los fósforos no!
Plantas, una fuente de agua alegre, poca pero alegre. Me recuerda a alguna placita de Montevideo donde a veces pasaban “portugales”.
No hay niños cuestionadores y esta vez yo tampoco tengo ganas de cuestionar. Dejé el intelecto en un lugar y el corazón en otro, parece que estoy conmigo y sin mí.
Piedritas rojas, palomas feas, viejos que tiran pan, bustos de elegantes desconocidos, mi pantalón de corderoy en el pasto, libros viejos…
La vida parece pasar tranquila para todos, yo me siento de algún modo en libertad, fuera a las 12:40, extraño.
Un cigarrillo sin replicas de no fumar, un poco de hambre.
Me acomodo el pelo, está tibio y brilla dorado, no rubio ni castaño.
Libre 12:45, increíblemente a diferencia de estos días en los momentos de libertad ahora no necesito llorar, tampoco pensar tanto.
Esbozo un garabato en verde. Mary no llega, que no llegue por ahora que estoy llegando yo.
Y si “perro que ladra, caga fuego alguien”, será cuestión de no ladrar y hacernos oír de otro modo. Solo espero poder hacerme oír aunque no encuentre el abracadabra de esta historia.
Me acuesto en el pasto a tomar sol. Verde, bien verde como mi Pilot, con hojas sueltas, árboles y ramas. Me estoy pinchando y me importa poco. Sopla el viento y se vuelan todas las hojas, también las de mi cuaderno. Se mancha de tinta verde el renglón. Se volaron tantas cosas y se mancharon tantas otras. Ya no importa la prolijidad, sabemos qué…
Mary ya llega, me acompaña.

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