agosto 22, 2007

Ser Mortal- San Martin- Super Man

Su caballo en dos patas mantiene terrible semblante. La mano izquierda sostiene las riendas y la derecha señala el horizonte.
Uniforme de batalla emplazado impecable. El sombrero en orden y la espalda derecha.
Comanda con firmeza los movimientos del semental, el animal se deja dirigir por semejante imbatible porte.
El sable en su sitio y las botas bien ajustadas, el pecho inflado y valiente, el abdomen chato y macizo. Señala un porvenir.
Heroísmo de construcción brillante, con 157 años que lo separan del sabor a tierra y sangre mezclados en sus labios.
Desmitificar al héroe para hacerlo heroico. Encontrar sus falencias, sus debilidades, sus placeres, sus miedos.
Entender como dolía el frió seco cuando carcomía los huesos entre las ropas rasgadas, la escasa comida, los campamentos precarios, las heces de los animales, las heridas, los raspones, las caídas, la muerte.
Un perfecto héroe construido por la historia, de caballo blanco e ideales incorrompibles, firmeza, libertad, moral y valentía.
Todo se pierde, su ser se pierde. Su carne y sus huesos, su sangre eufórica, su cansancio extrapolado que llega a hacerle no sentir sus piernas, su enfermedad, su compañía ausente.
Desmistificar al héroe para reconstruir la historia y aprehenderlo mas humano y así mas pleno de heroísmo.
Un todo poderoso fiel a sus ideas e inamovible en sus convicciones, valiente y perseverante, imbatible y constante, fuerte de espíritu y soñador de libertades: todo suma y resta y el resultado se opone a héroe.
Que tipo de heroísmo otorgan los superpoderes?
Cruzar la cordillera con la enfermedad surcando sus músculos, con dolores profundos y sin medicinas que lo apacigüen, atado en una camilla precaria tirada por burros... eso lo acerca quizás un poco más.
Lo acerca a lo carnal y a lo mundano, también al propio ideal.
De heroísmo se cargan sus venas, de convencimiento sus movimientos. Y no por ser superhombre sino por las plenas debilidades controladas. No por ser la figurita perfecta de un país en ruinas sino por los placeres reprimidos. No por un himno bien letrado y musicalizado sino por el miedo combatido para llegar, llegar, llegar. Llegar y luchar, siempre, por un ideal de gloria y de victoria que sonríe en su utopía pero que le pertenece.

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