Dejarse fluir, las respuestas vienen solas

De tanto diagramar los caminos, liberarse a la libertad es sumamente complejo. Pero cuando de a poco el momento llega, fluir no demanda esfuerzo.
Sucesos, pequeñas y grandes cosas que desde un día hasta hoy fueron modificándome. Yo fui dejando que me cambiaran, las deje entrar y empecé a querer vivir un poco más parada en la percepción, en el riesgo, en lo inesperado, incontrolable.
Empecé a querer recibir todas y cada una de las sorpresas que la vida tenia para mi. Para eso me tuve, de a poquito, que dejar vivir sin vivir pensando. Al fluir todo es distinto e inesperado, nada encaja y así es como debe ser.
Ahora es dejarme llevar a ver a donde es que llego. Fluyendo veo que las cosas salen mejor, los momentos siempre son realmente plenos y cada cosa puede ser vista y disfrutada en su máximo esplendor, sin tapujos, sin inhibiciones, sin prejuicios.
Abro las puertas y las ventanas de mi ser para que salga y entre todo aquello que deba transitar, de nada sirve retener. Lo que deba haber habrá y lo que no seguirá su camino.
Fluyendo casi incomprensiblemente, llegan sucesos insospechados, gestos calidos, acercamientos agradables. Fluyendo se anulan mis tabúes e inhibiciones, mis miedos van haciéndose cada vez mas pequeños. Es al ver su pequeñez que me doy cuenta que el fantasma estaba perfectamente creado por mi, que en la oscuridad no hay nada aterrador más que el temor que su idea pueda generar.
Estoy cubierta por un halo de magia, eso irradio. Y es eso lo que poco a poco va cambiando el movimiento de energía que hace tanto necesitaba hacer. Yo activé el mecanismo, lo sé, por eso van llegando las cosas que hoy llegan. Los reencuentros, las cartas, los hechos, las manos que desatan nudos.
Todo esto es parte de orientar la energía a su conveniente movimiento, que también será mío… todo esto es parte de un importante cambio que estoy permitiéndome hacer.