noviembre 24, 2007

Conspiración

Bajo las estrellas de la noche blanca se despliega el intersticio entre lo real y lo ideal. En el espacio cotidiano pero hoy incognoscible, los pies descalzos sobre la cerámica fría. Los dedos apresurados por percibir rápidamente al tacto el pasto renovado.
Encuentro esta sensación que me acompaña asiduamente de energía extrapolada que escapa de mis poros, los recuerdos y experiencias junto a los deseos y alegrías.
Busco aquello que ni siquiera se deja nombrar, pero percibir su existencia me permite anhelar el éxito.
Es cuando el ensueño casi se hace tangible, los hilos de agua se hacen incontenibles y, lenta pero constantemente surcan las grietas que aun no han sido cerradas.
Es ese el terreno angosto pero plausible donde fluye delgadamente el polvo mágico de estrellas, las ganas, la fuerza, el cosquilleo intenso que electriza las articulaciones al extender las extremidades del cuerpo.
Pegando un grito silencioso para el mundo pero existencial para mi, porque éste es mi instante, pura y exclusivamente mío.
Cuando el verano invadido de invierno despeina mis estructuras, a la hora exacta en que se hizo ante mí ese misterio develado, que oculto tiernamente para seguir conviviendo.
La conspiración perfecta me permite la vida, el universo nuestro y los astros arriba.
Es solo cuestión de conseguir, siempre que el espejo devuelva la imagen agradable. Si dejara de gustarme procuraré reinventarla, intentaré no fallarme, por esta conspiración perfecta que me aloja calidamente a la distancia justa del sol, sin frió pero sin quemarme.