agosto 22, 2008

pasado, presente y memoria

Piénsese que los recuerdos nos constituyen, nos forman, nos moldean, nos desforman nos hacen ser. Piénsese que llegamos a la vida con características propias que se gestaron nueve meses antes de nuestro nacimiento y que el tiempo en el vientre las fue dejando fluir. Desde ahí nuestro cuerpecito casi minúsculo fue acreedor de besos en la panza, de canciones, de monólogos de nuestros padres, de deseos, de expectativas puestas sobre nuestra persona que aun no veía la luz, ni respiraba oxigeno y smog.
Y nacimos, y fuimos mezcla de esas cualidades bien propias y nuestras, sumadas al designio de los padres, de la vida y a las experiencias que de a poco atravesamos al crecer.
Entiéndase que cuando hoy nos miramos al espejo, somos mucho más que parecidos o no a nuestros padres, somos más que ojos verdes y cabello enrulado, o piernas más cortas y torso más largo, somos muchísimo más que un ovulo y un espermatozoide que un día confluyeron en encuentro. Somos interior y somos recuerdos.
Cada gesto, cada andar, cada sonrisa y cada habito, son parte de nosotros y parte de algo más que nos fue formando seres completos.
En rigor somos hoy, presente, pero somos constituidos de un pasado que recorre cada una de nuestras venas, que fluye y se expresa por los poros, entonces somos recuerdos.
Es la memoria la que nos permite comprender nuestra genealogía, pero a la vez es el olvido el que nos hace existir de un modo, sin permanecer bajo razón en todos los actos de la vida. Estamos atravesados por nuestra historia y no le podemos escapar.
Es que porque hay pasado hay recuerdos y por esos recuerdos se conforma nuestro ser, que vive este presente y con memoria perfila nuestro futuro... que por más perfilado, gloriosamente es incierto.
Recuérdese siempre para seguir siendo. Vívase intensamente el presente para diagramar de energía el futuro. Deséese con intensidad ese futuro para que el universo conspire…
Somos parte de todo y es ese todo el que nos constituye.

agosto 13, 2008

Una bocanada de aire fresco, venida de la casualidad…

En los momentos en que la vida parece pintarse de blancos, negros y distintas gamas de grises, llegan algunas pequeñas cosas que sin esperarlas, logran arrancarte sonrisas y buenos pensamientos.
Eso es inspirar y sentir que los pulmones se llenan de una especie de aire puro, aunque proveniente de la ciudad, y que la casualidad, lo contingente, lo eventual, otorga el tinte de color primario que se andaba ausentando en los monótonos días.
Es exhalar y sentir el cosquilleo en la panza de que vale la pena… si, más que nunca, vale la pena.
Una bocanada de aire fresco, venida de la casualidad, son los besos en el viaje que se acrecientan o disminuyen según las frenadas del transporte, son los momentos en que casi me caigo y estoy encima tuyo, son las monedas cubanas y los chats elocuentes.
Una bocanada de aire fresco, venida de la casualidad, es la posibilidad de escapar un fin de semana largo a un lugar verde, cerca pero a la vez lejos de la ciudad. Es enviar y reenviar mails de cariño, de listas de cosas para llevar, de cuentos de felicidad entre amigos.
Es planear para disfrutar, es gozar del “mientras que”, del camino, hasta llegar al acontecimiento.
Es que inesperadamente alguien te diga “All- in” cuando casi, casi, creías la posibilidad anulada.
Una bocanada de aire fresco, es disfrutar de las pequeñas y hermosas cosas que la vida pone en tus manos en momentos insospechados, es dejar que la casualidad te sorprenda cuando tu mundo se encontraba plenamente calculado.
Venida de la casualidad es tu ingenua presencia, deseo es lo que logra tu ausencia, tu si pero no.
Y así, de un mensaje de texto con el número 1568, aparece el pequeño de ropa formal y sonrisa persuasiva.
Y así, de una sugerencia casi imposible se arma un viaje de tres días, que en poco tiempo se convierte en el paraíso, en el corte de rutina, en la esperanza de risas y diversión.
La casualidad cruza a las personas en mi camino y cambia los sentidos de pensares instituidos. La causalidad me abre puertas a nuevos destinos.
Entonces, leo nuevos autores e investigo lo que jamás pensé que iba a indagar, inicio una beta académica. Rindo el final con ella y ella abre las puertas a nuevas cosas y gente desconocida. Digo “juego de provocación” y lo anota en mi cuaderno como clave del éxito, cuando yo solo lo había murmurado como idea delirante. Es el impacto de colores brillantes en el seno de la ciudad gris, son mis graffitis.
Una bocanada de aire fresco, venida de la casualidad, son los hechos inesperados que de un momento a otro le otorgan sentido a la vida, y cuando el cuerpo está exhausto después de un día demoledor, recordás… esos besos, esos viajes, esos mails, esas sonrisas. Imaginás el no hacer nada al aire libre, saboreas los libros interesantes, y contás las veces que pensaste “este tipo es un genio” y cada página del libro más confirma la elocuencia de su pensamiento.
Una bocanada de aire fresco, venida de la casualidad, es saber respirar bien profundo en el momento exacto, es dejar que la vida te sorprenda, siempre una vez más.