noviembre 25, 2006

Parte de ella (1998)

Me acosté sin temor, sentí que la tierra húmeda por el rocío se impregnaba en mi espalda. La sentía parte de mí, me relaje. Respire profundo, intentando hacer el aroma verde parte de mis sentidos. Miré lentamente todo lo que me rodeaba. Estaba sola pero acompañada. Tanta vida latente. Miré la luna, la sentí pura, inocente, lejana a la tierra, ausente de los problemas, pero no indiferente a mí, la sentía propia.
Miré el cielo, oscuro e imponente, iluminado por algunas estrellas que intentaban alumbrar la extensa oscuridad.
Cerré los ojos, escuche el ruido del viento, acariciando en un lento balanceo, las hojas de los árboles. El canto de los grillos, el ruido del agua, energizante y pacifica, tranquilizante.
La brisa despeinaba mi pelo.
La naturaleza me acobijaba, me protegía en sus manos de madre.
Derrepente abrí los ojos, bruscamente me senté. Miré todo y a su vez nada. Los recuerdos, sentimientos, sensaciones se mezclaban, buscando mostrar lo que era obvio y estaba tan presente.
Y me di cuenta, noté el lazo, esa conexión. Yo era parte de ella.

La plaza de las siete y veinte (2001)

Esta es la Plaza San Pedro, para toda persona que la conozca o viva a sus alrededores, para mi es la plaza de las siete y veinte de la mañana.
Antes pasaba sin darme cuenta, haciéndola formar parte de un simple recorrido rutinario, hoy casi sin pensarlo la hice mi plaza, no la de las diez o las doce, la de las siete y veinte.
Es todo tan perfecto, tan extraño.
Comienzo a atravezarla, siempre tomo el mismo caminito de piedritas rojas, aquel que deja su huella en las zapatillas de los transeúntes. Luego de diez o quince pasos cruzo las mismas dos señoras todas las mañanas. Amas de casa que aprovechan su soledad matutina para caminar algunas vueltas verdes. Al cruzarnos se oye una charla desenfrenada, las dos hablan a la vez, se desahogan, no se escuchan, pero las dos se cuentan lo que quieren y se van calmando de a poco.
Cuando sus voces ya casi no se sienten y el camino de piedritas rojas se convierte en uno de pavimento mal delimitado, con pasto y tierra en su contorno, allí encuentro a un jubilado que arregla las plantas del parque.
Siempre prolijo, bien peinado, como si no hubiera dormido o como si se hubiera desvelado por sus plantas.
Siempre lo mira con cariño, con el mismo cariño con que él poda los malvones, le saca las hojas secas y los riega con una vieja regadera.
Justo ahí encuentro a mi árbol preferido, un jacarandá. Frondoso, de raíces firme, aquel árbol siempre atrae mi atención, esta tan lleno de vida y a la vez de tanta historia. Con un grafitti grabado con una llave que dice: ¡¡Sabri te amo!!, Diego. La historia de un amor quedó en el por siempre.
Cuando el gran árbol queda atrás, cuando ya ni su sombra veo y el camino desaparece para dejar que mis pies tomen contacto con el pasto, llego a la otra punta de la plaza.
Concluyo mi recorrido perfecto, ya son las siete y veintitrés, ya atravesé la plaza.
Siempre me pregunto porque no saludar a las dos amas de casa, o al anciano jardinero, si ya todos nos conocemos, si nos vemos todas las mañanas, si solo nosotros cuatro conocemos a la plaza San Pedro a las siete y veinte de la mañana.

Mundo paralelo (2005)

El día más feo,
El segundo de mayor cansancio y sueño
El momento donde todo el universo conspiro en mi contra para que ningún mínimo rasgo de belleza emane de mi ser.
Ahí estás,
Para decir presente ante no se que.
Día a día le pregunto a la vida para que te cruza, si en el fondo no nos cruzamos.
Si te evito intencionalmente, parte por vergüenza, parte por temor, porque te expone justo ante mi presencia,? para escapar consciente y utilizar los recovecos que solo me esconden de mi misma y esa maldita situación que nunca resolví.
Quizás para vos también es el día más feo,
El segundo de mayor cansancio y sueno
El momento donde todo el universo conspiro en tu contra para que ningún mínimo rasgo de belleza emane de tu ser.
Y ahí estas, dormido y feo, exponiendo la fealdad que más hermoso te hace, estableciendo con el mundo la continuidad de la pesadilla pasada.
Y te veo y escapo, pero te veo y te amo, con ese amor que nunca existió pero que perdura en un mundo paralelo.
Y generas esa ternura que intuyo será eterna, pero me escondo.
Sueña tu sueño de noches no dormidas, yo mientras imagino que no me viste, que no sos vos.
Pretendo soñar mi sueño de noches no dormidas pero me torturo pensando que mientras imaginás que no te vi, que no soy yo.

noviembre 09, 2006

Eso que llamamos ambigüedad

Parada en las incertidumbre de la ambigüedad se presenta elegantemente la química de lo no tan mío. Por un lado la gracia de lo incierto que devela un costado perdido, que sorprende, que provoca escalofríos complejamente placenteros.
Por otro la ambigüedad que con tanta amabilidad fue mi carta de presentación y mi aliada perfecta, la que quizás hoy me traiciona.
Ambigüedad! Ambigüedad? AMBIGÜEDAD, la que protege sin exponer, la que se esconde en el limite borroso del Si y el No. La elegida por mis aguas mansas, la retrucada por mis mares bravíos.
Todo estratégicamente calculado hasta que el mar toma conciencia de sí y da cuenta de su existencia como mar. Soy mar, soy huracán, soy euforia, soy impulso y no quiero nada pero a la vez lo quiero todo. Como lo explico? Como te explico?
No te necesito tanto como para tenerte siempre, pero no te quiero tan poco como para jugar a perderte. Ambigüedad, la que me protege y me traiciona, la que me acercó a vos y hoy me perturba.

noviembre 08, 2006

Moldeados al ritmo necesario

Me encontré moviendo mi cuerpo al ritmo macabro de la diversión certera.
Música fuerte, calor de verano.
El alcohol recorría la fiesta acompañando los humos prohibidos.
Todos bailamos ya sin reconocer la canción que corre, el sonido se mezcla con el humo, los fluidos, los gritos.
Bailamos al ritmo de la diversión que en verdad, ¿existe?
Todo encaja perfecto en el estereotipo de fiesta, de cuerpo popular, de grotesco.
Cuanto hay de real y cuanto de pertenecía?
Cuantos son felices y cuantos simulan o intentan serlo al compás de los ritmos establecidos.
Quizás ser alternativo es más de lo mismo, otra moda que se opone a las modas tradicionales.
El instinto más profundo, mas bajo, más bizarro…
Y ellas están tiradas, repletos de alcohol sus poros revolucionarios, bajo los tiernos efectos de la mariguana ríen incansablemente de vaya a saber uno que.
Algunos conservan la postura, yo la conservo.
Quizás me cuestiono, quizás se cuestionan: ¿Vale guardarla hoy? Día en que hasta lo más oculto tiene espacio para brotar.
Quizás tanto guardo que ya no se que largar cuando se acaba la prohibición.
Quizás la prohibición no se libera y es todo una gran fachada que combate a la fachada original.
Otra vez, los cuerpos, la música, ya no importa si es reggue, cumbia o rock and roll.
Todos obligados a ser felices porque es tiempo. Porque finalmente el mundo es para quienes sonríen y no para los infelices que lloran.
¿Que lloran? Quizás llegaron más alto y vieron cosas realmente prohibidas de ver.
El retorno no es gratuito, siempre verán sin ese velo mundano que al romper la prohibición les fue quitado morbosamente.
Ya no pueden ser felices y lloran a diario pidiendo ser más imbéciles,
Por ser más imbéciles pero felices.
Mientras unos bailan, otros lloran
Alcohol, transpiración y ritmo.
Ya amaneció y mañana todos volverán a vestir su gran careta,
Que confuso, porque ya de tanto usarla, sus caras tomaron la forma de la misma.
Ya no es necesaria la careta porque ya todos están moldeados al ritmo necesario.
Realmente todo, o simplemente un cuento.
Que etiqueta tan macabra que es tan evidente pero nadie puede verla.